La primera patente inscrita en el Perú republicano se le concedió a Carmen Noriega, quien registró en 1837 una máquina para moler granos de cacao. El Congreso de ese entonces le otorgó la protección para que explote su creación por 10 años. Otro registro antiguo de una patente concedida a una mujer peruana le corresponde a Elma Paniagua de Carranza, docente e inventora en serie peruana, quien, junto con Sigfredo Leo Farje, logró patentar en 1968 un procedimiento para deshidratar vegetales y animales. La señora Paniagua patentó también en Polonia, Chile y España.
Pese a ello, la participación de las mujeres en el desarrollo de invenciones y en la actividad de patentamiento ha sido, hasta hace unos años, poco significativa, debido a prejuicios, limitaciones sociales y un entorno poco favorable para el desarrollo femenino en el ámbito de la ciencia e innovación.
Hoy, en el Perú, esa visión va cambiando y hay una relación mucho más interesante entre las mujeres y las patentes, que promete una mayor consolidación.
En el año 2000, el 7% de solicitudes nacionales de patentes recibidas por el Indecopi tuvo al menos a una inventora como parte del equipo de desarrollo de la tecnología asociada. En 2010, esta cifra se incrementó a 10% y en 2019 a 30%. En 2020, la participación alcanzó el 36%.
La mayoría de los inventos con participación femenina se encuentran vinculados con el sector salud, alimentos, medio ambiente, así como a biotecnología y minería.
Actualmente, las Top 5 inventoras peruanas (medido por el número de patentes en donde se les indica como inventoras) son: